ESPCM: Mi escuela

Luis Rubio

Muchos dicen que la Mexico era una escuela de la élite. En efecto, era elitista por la calidad de sus maestros. Eso es lo que hizo a esta escuela distinta. A sus sesenta años, quienes tuvimos la singular oportunidad de aprender en sus aulas, vemos hacia atrás y no podemos más que reconocer el extraordinario impacto que ese grupo de excepcionales maestros tuvo sobre nuestras vidas. El maestro Vicente Carrión, la maestra Bettina Martínez de Arenal, la maestra Carmen Aguayo de Cirici-Ventalló, Margarita Carbó y otras grandes personas no sólo nos enseñaron, sino que nos dieron una formación única y privilegiada.

Los grandes maestros, como personas públicas, muchas veces tienen poca historia propia. Algunos escriben libros, otros dirigen escuelas, pero su verdadera trascendencia es que sus vidas, en el más amplio sentido, se transfieren en la forma de enseñanzas, aprendizajes y ejemplo a otras personas, a sus alumnos. Son hombres y mujeres que fueron pilares de nuestra escuela, la esencia de lo que ahí vivimos y mucho de lo que hoy somos quienes por ahí pasamos. Son mucho más trascendentes que las columnas o las trabes. Son, ante todo, la chispa de nuestro desarrollo y en muchos sentidos la fuerza de nuestras vidas. No seríamos quienes hoy somos de no haber pasado por esas clases y vivido el privilegio de la sapiencia, humildad y ejemplo de esos maestros.

El Maestro Carrión desarrolló lo que él llamaba su «metodología de enseñanza», que no era otra cosa que un proceso de formación de los alumnos fundamentado en el respeto mutuo y la deducción a partir de la discusión y el intercambio de ideas. Como director de la escuela, encabezó un esfuerzo por construir un tipo de educación distinta, orientado a la formación de los alumnos no por medio de la memorización de hechos, sino a través del razonamiento lógico. Maestro de matemáticas, conoció a todos los alumnos al entrar a la secundaria. Jamás perdía la claridad de su misión, misma que instigó en todos los maestros que contrataba y en quienes confiaba el desarrollo de su metodología.

Miss Bettina predicaba con el ejemplo. Maestra de inglés y literatura inglesa, nos enseñó a apreciar el conocimiento humano, pero sobre todo le confería una estructura a la formación que recibimos. Persona profundamente liberal, tenía una gran experiencia de sufrimiento por la defensa de las ideas y de la libertad. Cuando llegaba al salón y dejaba caer estruendosamente sus libros sobre el escritorio hacía más que anunciar el inicio de la clase: nos enseñaba que la libertad es más frágil de lo que uno puede imaginar cuando está en secundaria o preparatoria y de que hay que luchar para conseguir lo que uno busca. Al mismo tiempo, era una mujer apasionada del debate para intercambiar puntos de vista.

La maestra Cirici era una institución en sí misma. Inteligente, letrada y excepcionalmente culta, enseñaba con su propio ejemplo. Aunque sus materias eran la literatura, las etimologías y el latín, su enseñanza mayor emergía de su propia historia y experiencia de vida. Refugiada española, no sólo creía en la libertad sino que la valoraba como sólo una persona que la había perdido podría hacerlo. Más allá del contenido de sus clases, el ejemplo que siempre representó forzaba hasta al alumno más pasivo a apreciar la vida, la educación y la entereza humana.

Margarita Carbó fue la principal maestra de historia de aquella época. Sus clases eran sui géneris primero porque no pretendía que uno se aprendiera las cosas de memoria, algo inusual en esa materia. Pero, más importante, era inusual porque enseñaba la historia como un proceso en el que no sólo había ganadores y perdedores, sino también víctimas y afectados. Lo que otros maestros ilustraban y enseñaban con su ejemplo, la maestra Carbó enseñaba en lo sustantivo: las ideas, los conceptos, el contexto. No eran solo «señores con nombre de calle» como ella solía decir, sino figuras de carne y hueso -con sus fortalezas y flaquezas- que se habían batido en grandes debates, disquisiciones, luchas y epopeyas que habían, poco a poco, conformado la historia.

La metodología que diseñó el Maestro Carrión era toda una filosofía de vida. Partía del principio de que se debe escuchar al prójimo, entenderlo e intercambiar opiniones y respetarlas. No tiene uno que estar de acuerdo con el otro para respetarlo: sólo tiene que mantener la mente abierta. Hablar, respetar y procurar la equidad y la libertad son componentes todos de una filosofía de la vida. Los ex alumnos de esa maravillosa escuela quizá recordemos poco del contenido específico de cada una de las clases, pero lo que no se olvida es el ejemplo de esos maestros que marcaron nuestra vida para siempre. Los egresados de la Mexico somos en cierta forma diferentes. Diferentes porque vivimos una experiencia única, toda ella debida a un grupo excepcional de maestros que se conjuntó en un momento también excepcional de la historia.

Lo que tuvimos fue una formación liberal sólida que nos enseñó más por el ejemplo y la forma de conducir el salón de clase que por cualquier materia específica. Ojalá México tuviera muchos maestros elitistas como estos.