Puede el PAN llegar al poder
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\par }\pard \qr\sl480\slmult1\nowidctlpar\widctlpar\adjustright {Luis Rubio
\par }\pard \qj\sl480\slmult1\nowidctlpar\widctlpar\adjustright {
\par Un partido pol\"edtico est\"e1 constituido para alcanzar el poder o no es partido pol\"edtico. Visto desde afuera, ese es el dilema al que se enfrenta el PAN en este momento tan \"e1lgido de la historia pol\"edtica del pa\"eds. Muc
hos panistas, sin embargo, temen que en el proceso de competir y ascender al poder, el partido pierda su identidad y su raz\"f3n de ser. Ese es un temor razonable, pero no para un partido pol\"edtico. Una instituci\"f3n dise\"f1
ada para alcanzar el poder y para imprimirle a la funci\"f3n p\"fablica un sentido diferente al de otros partidos, tiene que definirse con toda claridad frente a una ciudadan\"eda \"e1vida de cambio pol\"ed
tico que no parece encontrar en el PAN una alternativa confiable y sostenible. La pregunta para el PAN es, precisamente, si ofrece una manera distinta de gobernar.
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\par A lo largo de los \"faltimos a\"f1os, el PAN ha pasado de ser un partido de oposici\"f3n permanente y sistem\"e1tica a uno activamente involucrado en el gobierno de un creciente n\"famero de municipios, estados
y mexicanos en general. Muchos panistas parecen a\"f1orar los a\"f1os de oposici\"f3n: las condiciones eran inh\"f3spitas, pero la congruencia ideol\"f3gica era absoluta. Una vez cruzado el umbral del poder, la realidad comenz\"f3
a erosionar su pureza ideol\"f3gica, forzando al PAN a enfrentar los dilemas inherentes al poder: negociar, concertar, ceder, compartir. Es decir, ensuciarse de la vida pol\"edtica que es, en esencia, id\"e9
ntica en todo el mundo, porque es inherente al comportamiento de lo que Arist\"f3teles llam\"f3 el \ldblquote animal pol\"edtico\rdblquote . Todos y cada uno de los t\"e9rminos que se asocian con el poder y la pol\"edtica entra\"f1an, impl\"ed
citamente, el abandono de posturas absolutas, as\"ed como la inevitable asunci\"f3n de las responsabilidades que vienen integradas al ejercicio del poder, pero tambi\"e9n de los costos de eventualmente acercarse o pactar con un partido que lleva d\"e9
cadas en el poder y que es fuertemente identificado con la corrupci\"f3n que caracteriza al pa\"eds. Para muchos panistas esta situaci\"f3n es, simple y llanamente, deplorable e inaceptable.
\par
\par Pero el PAN no es una instituci\"f3n dedicada a la caridad. Su objetivo expreso es el de alcanzar el poder. Seguramente los panistas dir\"edan que el objetivo no es s\"f3lo llegar al poder, sino hacer algo distinto con el poder, imprimirle el sello de
\"e9tica y limpieza que el PRI es incapaz de conseguir. Como filosof\"eda, la del PAN es absolutamente respetable. Sin embargo, como demuestra su experiencia de varios a\"f1os de ejercicio del poder y de negociaci\"f3
n de problemas concretos con gobiernos emanados del PRI, no hay tal cosa como un gobierno impoluto. La realidad es una de corrupci\"f3
n, suciedad y, en todo caso, de reglas establecidas por gobiernos con los que el PAN puede estar en desacuerdo, pero no por ello dejan de ser las reglas que operan y, en tanto \"e9stas no sean cambiadas, ser\"e1
n las reglas con las que hay que jugar. Mientras los panistas titubean, los electores tienen que decidir. La mera sensaci\"f3n de incomodidad con el poder que transmite el PAN aliena a millones de potenciales votantes. Puesto en una
palabra, mientras el PAN no decida su verdadera vocaci\"f3n, seguir\"e1 eludiendo el acceso al poder.
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\par Una de las paradojas m\"e1s impresionantes de la evoluci\"f3n del PAN a lo largo de la \"faltima d\"e9cada tiene que ver con la facilidad con la que ese partido acept\"f3 j
ugar bajo las reglas del PRI. Es decir, el PAN, en ejercicio pleno de su responsabilidad hist\"f3rica, estuvo dispuesto a participar en un sinn\"famero de decisiones cruciales para el desarrollo del pa\"eds y a compartir los riesgos que eso entra\"f1
aba. Lo hizo, sin embargo, bajo el esquema de poder del PRI. No es dif\"edcil dilucidar por qu\"e9 lo hizo. Lo dif\"edcil es saber si los panistas ve\"edan su actuar en t\"e9rminos estrat\"e9gicos o si se prestaron a una mera manipulaci\"f3
n por parte de gobiernos pri\"edstas mucho m\"e1s experimentados y competentes en el uso del poder.
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\par Sin la participaci\"f3n del PAN en la aprobaci\"f3n de diversas piezas legislativas y en la soluci\"f3n de dilemas centrales para el desarrollo pol\"edtico del pa\"eds en el curso de la \"faltima d\"e9cada, el pa\"eds se habr\"eda estancado ta
nto en materia de reforma econ\"f3mica como de reforma electoral. El PAN jug\"f3 un papel central en la construcci\"f3n del andamiaje pol\"edtico y econ\"f3mico que hoy le ha dado al pa\"ed
s oportunidades excepcionales, sin las cuales el estancamiento y la crisis se habr\"edan perpetuado con graves consecuencias sociales. Es decir, es impecable la l\"f3gica de la participaci\"f3n legislativa y pol\"ed
tica del PAN en diversas reformas electorales, en el presupuesto federal, en la soluci\"f3n de conflictos postelectorales, en el Tratado de Libre Comercio, en la direcci\"f3n de la Procuradur\"eda General de la Rep\"fa
blica y, en general, en el ejercicio cotidiano del poder en una \"e9poca caracterizada por tantos cambios y transformaciones. Pero no es obvio que los panistas aprueben esa l\"f3gica o que la compartan. M\"e1
s bien, su incapacidad para explicar su actuar en el sexenio pasado ha sido sumamente costosa para el partido, como mostraron los resultados electorales de 1997.
\par
\par Todav\"eda m\"e1s enigm\"e1tica es la aparente ausencia de una estrategia de largo plazo en el actuar del PAN. La racionalidad de participar en el ejercicio del poder es indisputable. M\"e1s all\"e1 de los logros espec\"edficos que esa pol\"ed
tica haya arrojado, la decisi\"f3n del PAN de negociar y participar en el ejercicio del poder reflejaba una convicci\"f3n de que s\"f3lo participando en el poder se podr\"eda acceder a \"e9l. El liderazgo del partido en ese momento claramente lleg\"f3
a la conclusi\"f3n de que la realidad nacional exig\"eda una estrategia que lo involucrara con el poder para eventualmente llegar a ejercerlo. La estrategia ten\"ed
a todo el sentido del mundo y lo sigue teniendo. Pero eso no es lo que parecen creer todos los miembros del partido.
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\par El comportamiento del PAN en los \"faltimos tiempos ha sido, en el m\"e1s benigno de los casos, enigm\"e1tico. A finales de 1996,
las encuestas colocaban al partido en la cima de las preferencias electorales tanto a nivel federal como en distintos estados. Los pri\"edstas no dejaban de quejarse -y preocuparse- del avance que experimentaba su "rival hist\"f3
rico". Algunos miembros de la vieja guardia del PRI ve\"edan en el PAN la peor amenaza a su sobrevivencia. Los miembros del PRD los despreciaban (y envidiaban) a m\"e1s no poder. Por su parte, los panistas estaban tan seguros de ser los leg\"ed
timos (y naturales) beneficiarios de la debacle gubernamental y pri\"edsta de 1995, que hasta se daban el lujo de ignorar a sus cr\"edticos, a la vez que minimizaban a sus actuales socios en la C\"e1
mara de Diputados y potenciales aliados para las elecciones del pr\"f3ximo a\"f1o. No estuvieron dispuestos a contemplar una alianza electoral para el Distrito Federal con el PRD, pues su triunfo les parec\"eda m\"e1s que evidente.
\par
\par Son muchos los pa\"edses en que un partido como el PAN constituye el pivote del poder pol\"edtico. Partidos mucho m\"e1s peque\"f1os que el PAN hacen toda la diferencia en la constituci\"f3n y estabilidad de gobiernos como los de Espa\"f1
a, Italia, India e Israel. En todos esos casos, un partido con el 25% de los votos en un congreso o parlamento en el que nadie tiene mayor\"eda absoluta, tiende a convertirse en la pieza m\"e1s cotizada del mundo. Sin embargo, \"e9
ste no ha sido el caso del PAN. Con excepci\"f3n del discurso del l\"edder del partido en la C\"e1mara de Diputados el pasado primero de septiembre, los panistas se han conformado con jugar un papel secundario en el Congreso. El PAN ha sido m\"e1
s espectador que l\"edder, m\"e1s masa inerte que flexibilidad estrat\"e9gica. Uno se pregunta si los panistas comprenden que, en esta lucha descarnada (y sin reglas) por el poder, cada acci\"f3n entra\"f1a consecuencias y oportunidades. Este no s\"f3
lo es un problema del liderazgo: es consecuencia de la naturaleza, historia y estructura del partido. Sin estrategia, el PAN no va a ninguna parte. \"bfPodr\"e1 Fox darle esa visi\"f3n al PAN?
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\par La gran contradicci\"f3n de las reformas econ\"f3micas de los \"faltimos tres lustros, reside en la incompatibilidad entre los mundos econ\"f3mico y pol\"edtico. Por d\"e9cadas, el pa\"eds vivi\"f3 una clara coherencia entre una econom\"ed
a protegida y subordinada al gobierno, y un sistema pol\"edtico monop\"f3lico y dedicado al control sistem\"e1tico de la poblaci\"f3n. La quiebra de ese esquema de desarrollo econ\"f3mico al inicio de los ochenta llev\"f3 a las reformas econ\"f3
micas, mismas que no vinieron acompa\"f1adas de una reforma pol\"edtica paralela. El sistema priista quer\"eda preservarse a trav\"e9s de la reforma econ\"f3mica. El PAN acept\"f3 ese dise\"f1o y jug\"f3
bajo esas reglas. Ahora que ya tiene candidato para la presidencia, el PAN tiene la necesidad no s\"f3lo de ofrecer un discurso efectivo y soluciones de quince minutos, sino adoptar un nuevo paradigma que fuerce el proceso de conformaci\"f3n d
e un nuevo entramado pol\"edtico, capaz de darle viabilidad tanto a las reformas econ\"f3micas, como a las demandas ciudadanas. Aunque parecer\"eda que el PAN es el partido que naturalmente podr\"ed
a articular una oferta liberal, es el PRI el que la ha venido avanzando.
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\par Pero el hecho de que no la haya propuesto es sugestivo de los dilemas internos que enfrenta el partido. El PAN navega como una alternativa razonable y moderada al partido pol\"edtico que ha gobernado al pa\"eds por d\"e9cadas. Pero esa no es raz\"f3
n suficiente para ganar, como claramente se pudo observar en los comicios de 1997. El PAN es visto con reticencia y escepticismo por la poblaci\"f3n no porque sea un partido incompetente, sino porque no es evidente qu\"e9 es lo que har\"ed
a con el poder. Sus contradicciones filos\"f3ficas son flagrantes y su aparente incapacidad de perseguir el poder con toda la determinaci\"f3n que es necesaria le impiden convencer y, por lo tanto, ganar.
\par
\par Cuando el PAN defina que realmente quiere el poder y pueda explicar para qu\"e9 lo quiere, podr\"e1 convencer a la poblaci\"f3n. Su oferta pol\"edtica al d\"eda de hoy se fundamenta exclusivamente en una noci\"f3
n vaga de honestidad y alternancia en el poder. Aunque obviamente v\"e1lida, la experiencia demuestra que no es insuficiente para aspirar al poder. Los ciudadanos saben lo que quieren y, sobre todo, saben lo que no quieren. S\"f3lo as\"ed
se puede explicar su comportamiento electoral a lo largo de los \"faltimos a\"f1os: desde la elecci\"f3n federal de 1994 hasta las estatales de 1999. Quiz\"e1 nadie dude del PAN como partido, pero es evidente que tampoco muchos est\"e1
n dispuestos a confiarle el gobierno. S\"f3lo con una oferta pol\"edtica distinta, oferta que convenza a los electores de la claridad de sus objetivos y capacidad para llevarlos a la pr\"e1ctica, podr\"e1 el PAN aspirar al poder. Mie
ntras el PAN no resuelva estos dilemas, el partido seguir\"e1 siendo la mejor alternativa, pero no la realidad gobernante.
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