Mientras peor mejor

Mientras peor mejor

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\par }\pard \qr\sl480\slmult1\nowidctlpar\widctlpar\adjustright {\fs24 Luis Rubio

\par }\pard \qj\sl480\slmult1\nowidctlpar\widctlpar\adjustright {\fs24

\par Dif\"edcil saber cu\"e1

l es la verdadera cara del PRD. Por una parte, el partido plantea construir un gobierno de leyes para restablecer la legitimidad perdida, como si la legalidad fuese un problema estrictamente de voluntad: el PRI no la tiene mientras que el PRD s\"ed

. Por la otra, el activismo, con gran frecuencia violento, de muchos de los principales pr\"f3ceres del partido, hace pensar que la \"fanica legalidad que cuenta para ellos es la del vencedor. La noci\"f3

n misma de "rescatar", "restablecer" o "recuperar" al pa\"eds luego de tres lustros de reformas econ\"f3micas constituye una alerta m\"e1s que evidente de la propensi\"f3n un tanto estalinista que a veces arrebata a los miembros del PRD. \"bfPodr\"e1

ese partido dar la vuelta a tiempo para el pr\"f3ximo proceso electoral?

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\par A diez a\"f1os de su creaci\"f3n, el PRD no ha sabido adaptarse a la cambiante realidad mexicana. El partido tuvo su origen en la reacci\"f3n de un grupo de pri\"edstas ante las reformas econ\"f3

micas emprendidas en aquel momento por Miguel de la Madrid y no ha salido de ese impulso inicial. Amparados bajo el cartab\"f3n de la "Corriente Democr\"e1tica", el grupo lidereado por Porfirio Mu\"f1\"f3z Ledo y Cuauht\"e9moc C\"e1rdenas acab\"f3

abandonando al PRI cuando Carlos Salinas, el pre-candidato m\"e1s identificado con las reformas econ\"f3micas, result\"f3 seleccionado para la titularidad de la candidatura del PRI en 1988. Los miembros de la Corriente Democr\"e1

tica planteaban retornar al pasado: restaurar el viejo orden, dejarle al gobierno las facultades que tradicionalmente hab\"eda tenido y no alterar la esencia del legado revolucionario que la corriente cardenista hab\"ed

a enarbolado. O sea, restaurar todo lo que imped\"eda que el pa\"eds progresara.

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\par A partir de entonces, el PRD se encuentra atrapado en su oposici\"f3n a las reformas econ\"f3micas y no puede salir de ah\"ed. En lugar de avanzar -e incluso liderear- en la construcci\"f3n de una democracia en forma, se mantiene inc\"f3lume en su oposici

\"f3n a una sola cosa: la pol\"edtica econ\"f3mica. La paradoja de este eje rector de la ret\"f3rica perredista es que Cuauht\"e9moc C\"e1rdenas, virtual due\"f1o del parti

do al que de todas maneras no controla, no disputa en lo fundamental las nuevas realidades internacionales. El propio Cuauht\"e9moc ha afirmado en repetidas ocasiones que la globalizaci\"f3n econ\"f3

mica puede ser indeseable, pero que es una realidad que no se puede ignorar. Su oposici\"f3n al Tratado de Libre Comercio de Norteam\"e9rica es cada vez m\"e1s ret\"f3rica, ya que un creciente n\"famero de mexicanos, \"e9

l entre ellos, reconoce que virtualmente todos los empleos deseables que existen en el pa\"eds en la actualidad est\"e1n asociados, directa o indirectamente, al TLC. M\"e1s importante, la parte pujante de la econom\"ed

a se encuentra claramente vinculada al TLC. Es evidente que la salida del pa\"eds se encuentra en fortalecer todo lo que sigue esa l\"f3gica, por lo que, en lugar de pretender

alterarla, controlarla o renegociarla, lo imperativo es extenderla hacia el resto de la econom\"eda: para que muchos m\"e1s mexicanos tengan la opci\"f3n de salir adelante por su propio esfuerzo. La apuesta de Cuauht\"e9

moc y del PRD fue errada en este frente, pero el partido no puede romper con el pretendido agravio del que surgi\"f3.

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\par En el PRD confluyen diversas corrientes de la izquierda mexicana y disidentes del PRI. La caracter\"edstica com\"fan de muchas de las agrupaciones de las cuales surgi\"f3 el partido es su autoritarismo, intolerancia, burocratismo y verticalidad. La noci

\"f3n de democracia que anima la ret\"f3rica (y el nombre mismo) del partido puede ser una aspiraci\"f3n encomiable, pero no tiene antecedente hist\"f3rico en la mayor parte de las instituciones que se sumaron para darle vida. Lo malo no est\"e1

en los antecedentes hist\"f3ricos, sino en que las pr\"e1cticas cotidianas del partido son todo menos democr\"e1ticas. Esta otra contradicci\"f3n en el seno del PRD es mucho m\"e1s da\"f1ina, porque lleva a sus militantes a pretender avances

donde no son posibles, como claramente revelaron las recientes elecciones para el liderazgo del partido. Quiz\"e1 lo m\"e1s grave en este frente es que el PRD propone para M\"e9xico lo que no es capaz de hacer para s\"ed mismo.

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\par El partido de la democracia ha erigido una imponente dictadura en la Asamblea de Representantes del Distrito Federal. En la mejor tradici\"f3n pri\"edsta, pero tambi\"e9n estalinista, la abrumadora mayor\"ed

a con que cuenta el PRD en esa Asamblea le ha llevado no s\"f3lo a imponer sus intereses y deseos, sino a excluir a los de todos los dem\"e1s. En su desempe\"f1o como jefe de gobierno del Distrito Federal, Cuauht\"e9moc C\"e1rdenas ha demostrado que su

\"fanico objetivo era el de llegar al gobierno, sentarse en la silla. Juntos, tanto asamble\"edstas como Jefe de Gobierno, han reproducido las formas y pr\"e1cticas de las peores \"e9pocas del PRI: aqu\"e9llas en que se pod\"ed

a gobernar (y abusar, imponer y controlar) sin la menor oposici\"f3n. \"bfSer\"e1 esa la restauraci\"f3n que a\"f1ora el PRD?

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\par Como ciudadanos que en los pr\"f3ximos meses nos vamos a ver bombardeados de im\"e1genes y propuestas por parte de partidos y candidatos, lo importante no es la manera en que un partido funciona en su interior, sino la calidad con la que se desempe\"f1ar

\"eda una vez llegado al poder. Sin embargo, ante la imposibilidad de anticipar o juzgar el potencial desempe\"f1o que tendr\"eda un gobierno de A, B o C partido despu\"e9

s de las elecciones del 2000 por la ausencia de antecedentes pasados o experiencia hist\"f3rica, especialmente en los casos de partidos distintos al PRI, el votant

e no tiene mayor referencia que los sucesos dentro de los propios partidos y, en algunos casos, de su desempe\"f1o como gobiernos a nivel local o estatal. Desde esta perspectiva, el historial del PRD es todo menos encomiable.

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\par El PRD no parece decidir su identidad: definir si es un grupo de activistas dedicados a erosionar el poder del PRI y a crear un caos pol\"edtico en el pa\"eds, o un partido organizado, dedicado a luchar por el poder a trav\"e9

s de procesos electorales transparentes que legitimen sus objetivos y logros. Una cara de la moneda del PRD se dedica a tomar (y en ocasiones incendiar) camiones de servicio p\"fablico, a organizar bloqueos a las principales v\"edas de comunicaci\"f3

n urbanas o federales, a realizar plantones en edificios p\"fablicos, a invadir predios y a desarrollar formas de control y mayoriteo, como los realizados en la Asamblea de Representantes del DF, actos que hasta los pri\"edstas, dif\"ed

cilmente inocentes en esas pr\"e1cticas, consideran insolentes. Esa cara parte del principio de que mientras peor est\"e9n las cosas para la poblaci\"f3n y para el pa\"ed

s, mejor para el partido. La otra cara de la moneda del PRD es la de la democracia, la de la negociaci\"f3n, la de la "mayor\"eda de oposici\"f3n" (ese precioso t\"e9rmino que dice m\"e1s de lo que sus autores jam\"e1s imaginaron), la del Cuauht\"e9

moc parsimonioso, dedicado a navegar a trav\"e9s del DF hacia la presidencia de la Rep\"fablica por el mero hecho de ser quien es. Ambas caras son realidades inherentes al PRD. Dif\"edcil creer que no son evidentes para toda la ciudadan\"eda. Le guste

o no a los miembros del PRD, si quieren ganar la presidencia tendr\"e1n que optar por una de las dos caras y subordinar y controlar definitivamente a la otra.

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\par La pregunta es si el PRD puede dar una vuelta tan compleja dada su naturaleza e historia. La corta vida del partido sugerir\"ed

a que, como todo joven, es posible adaptarse y transformarse para poder lograr su cometido. La realidad del PRD, sin embargo, parece ser la de la suma de muchos partidos anquilosados en ideas dogm\"e1ticas, que no puede adaptarse a la nueva realidad de M

\"e9xico y del mundo. A diferencia de los partidos ex comunistas en Europa del este, que en su mayor\"eda retornaron al poder totalmente reformados y modernizados despu\"e9s de haber perdido las elecciones inmediatamente posteriores a la ca\"edda d

el muro de Berl\"edn, los perredistas ni siquiera parecen comprender la necesidad de hacerlo. Los mexicanos, parecen pensar los estrategas del partido, tenemos una deuda con el PRD y el momento de saldarla -la tercera es la vencida- es en julio del 2000.

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\par El problema para M\"e9xico es que hay un sinn\"famero de temas esenciales que requieren atenci\"f3n urgente y para los que, con mucha frecuencia, s\"f3lo la izquierda tiene una propuesta razonable. Las izquierdas modernas de Italia, Espa\"f1

a y Chile han logrado no s\"f3lo transformarse, sino ofrecer una alternativa justa y atractiva a sus ciudadanos. Como est\"e1

, el PRD ni siquiera puede aspirar a ser considerado un partido moderno de izquierda. Sigue siendo un partido disidente del PRI animado por un sentido de venganza que no puede disimular. Para poder ganar tendr\"e1

que tener opciones que proponerle al electorado; de lo contrario enfrentar\"e1 otra derrota m\"e1s. Lo peor es que esa derrota ser\"eda un enorme desperdicio de potencial y recursos que bien pudo haber sido dedicado al servicio del desarrollo del pa\"ed

s.

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