Luis Rubio
“El futuro ya está aquí, escribió el novelista William Gibson, sólo que no está equitativamente distribuido.” El cambio que experimenta el mundo es incontenible y ocurre en todos los frentes, algunos benignos, otros por demás riesgosos. En las últimas semanas se han acumulado una serie de noticias y estudios que, en conjunto, presentan un escenario complejo (y, en muchos sentidos, contradictorio) que obliga a visualizar el potencial de alteraciones al panorama que venía materializándose en los últimos meses.
Una primera aproximación al cambiante escenario es el que aporta China. Si uno extrapola las tendencias de los últimos años, su economía rebasaría a la estadounidense al final de la década, para convertirse en el nuevo polo de atracción económica y, potencialmente, política. Un estudio de Visual Capitalist[i] ilustra gráficamente la forma en que la economía mundial evoluciona y los cambios que se anticipan para las principales economías del mundo (y, de paso, muestra el creciente deterioro de México en el panorama internacional, lo que sugiere problemas futuros).
El estudio se fundamenta en una extrapolación directa y no toma en cuenta dos elementos que podrían modificar estas tendencias: por un lado, hay especulación en el mundo sobre la veracidad de las estadísticas oficiales de China; en un extremo, hay quienes mantienen que la población total de esa nación es sensiblemente inferior a la previamente estimada,[ii] lo que llevaría a la posibilidad de que, en lugar de crecimiento, China comience un proceso acelerado de contracción. Desde luego, esto no cambiaría el extraordinario desempeño de la economía china y su enorme potencial, especialmente por su gran avance en materia de tecnología digital y de inteligencia artificial, lo que bien podría poner a esa nación en el liderazgo mundial en las industrias más prometedoras.
Un segundo factor en esta ecuación es la disputa sobre la forma de gobernar que encabezan Estados Unidos y China, el primero con una democracia disfuncional, la segunda con un sistema autocrático que ha sido capaz de sacar de la pobreza a cientos de millones de sus ciudadanos. Detrás del conflicto entre las dos potencias se evidencian las fortalezas y debilidades relativas de las dos naciones justo en el momento en que la pandemia no acaba de resolverse, la inflación comienza a hacer estragos y persiste el interminable debate sobre la viabilidad del sistema político chino. Ian Bremmer[iii] especula en su nuevo libro sobre la posibilidad de que uno de los grandes mitos de nuestro tiempo (la superioridad del sistema político estadounidense frente a la superioridad de la economía de China) acabe siendo al revés: que triunfe la flexibilidad de la economía norteamericana en tanto que el sistema político chino pruebe ser más robusto y sostenible.
El tercer elemento en este panorama es la creciente inflación, para la cual ninguna de las naciones de occidente parece tener una respuesta convincente, lo que amenaza con sumir al mundo en una recesión sin salida evidente. El desempeño reciente de los mercados financieros abona a este escenario, sobre todo en la medida en que el momento político es particularmente delicado en Estados Unidos, con elecciones legislativas al final de este año. La inacción del gobierno de Biden, sus dudosas prioridades en materia económica y su enorme desprestigio agudizan lo intrincado del momento.
El panorama se va complicando en todos los ámbitos, lo que no augura un futuro tranquilo para nuestro país. En el último par de años México ha disfrutado de una situación inusual no gracias a la estrategia del gobierno, sino a la generosidad del gobierno norteamericano: por una parte, nuestras exportaciones se han multiplicado debido al excepcional crecimiento de la economía estadounidense, creando un entorno alentador al interior del país; por otro lado, las transferencias que realizó el gobierno estadounidense hacia sus habitantes para mitigar los efectos nocivos de la parálisis económica provocada por la pandemia se tradujo en un monumental crecimiento de las remesas de nuestros connacionales hacia sus familias en el país (que pasaron del 1% al 4% del PIB). Ninguno de estos fenómenos es atribuible al gobierno: más bien, en sentido contrario, ha sido la economía americana la que ha evitado un colapso económico y social en México.
Esta situación debe contrastarse con las nubes que podrían estarse avecinando para la economía mundial. Para México, los factores clave de su estabilidad económica son las exportaciones, las tasas de interés en dólares y las remesas. Una severa recesión en EUA amenazaría los tres factores, invirtiendo el panorama que ha caracterizado a nuestra economía en años recientes.
La ausencia de una estrategia de desarrollo, la innecesaria polarización política y la alienación tanto del gobierno estadounidense como de inversionistas deseosos de diversificarse frente al conflicto de esa nación con China se convierte ahora en un enorme riesgo de recesión y empobrecimiento, no exactamente el panorama prometido en 2018.
[ii] https://www.youtube.com/watch?v=vo3J0UwtGJ0
[iii] The Power of Crisis: How Three Threats – and Our Response – Will Change the World
REFORMA
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