Luis Rubio
Tres candidatos, tres perspectivas, tres mundos. Así pueden resumirse las posturas que presentaron el trío de contendientes a la presidencia dentro del proyecto Diálogos por México, de la empresa Televisa. Lo más destacable de sus respuestas a los cuestionarios y entrevistas televisadas los pasados sábados, es la diferencia abismal que cada uno muestra con respecto al país y su futuro, así como frente al momento que vivimos. Se trata de ventanas que contribuyen a revelar las visiones de quienes aspiran a gobernarnos a partir del año próximo: quiénes son, cómo se organizan y cómo entienden al momento que vive el país.
Todo, desde la forma, es sugerente de lo que cada candidato postula y pretende para el futuro del país. Roberto Madrazo formula una plataforma de campaña que no establece más que las líneas generales de lo que presume sería su gobierno; el resultado es una visión tradicional, pero muy descuidada: tradicional en su contenido, sin compromisos específicos, planteamientos vagos y una impresionante mezcolanza de temas, ideas y posturas. Felipe Calderón pone menos atención a su campaña que a su proyecto de gobierno: los temas cuadran entre sí y no se notan mayores diferencias o contrastes entre las manos que lo integran. Se trata de un planteamiento integral sobre el futuro. Andrés Manuel López Obrador, por su lado, convoca a la lucha por la presidencia: el texto y su presentación están saturados de lemas, frases atractivas, búsqueda de apoyos en todos los ámbitos, grupos y sectores de la sociedad pero, más allá de grandes objetivos, muy poco contenido específico sobre lo que haría en caso de llegar a la presidencia (http://www.esmas.com/dialogospormexico).
Los tres candidatos entienden al mundo de maneras disímbolas y perciben su papel en el proceso de maneras radicalmente distintas. Aunque claramente este tipo de proyectos y programas está enfocado a lo que el gobierno actual denominó el “círculo rojo” (que incluye a los políticos, medios de comunicación, líderes de opinión y todo aquel que discute y procesa los temas políticos, a diferencia del “círculo verde”, integrado por el resto de la población), los candidatos vieron en estos “diálogos” televisivos oportunidades distintas, proyectando sus prejuicios, preferencias y estrategias.
Tanto en el cuestionario como en la entrevista, Calderón se asumió como un presidente en funciones que presenta su proyecto de gobierno. El cuestionario lo organizó como una estrategia para el gobierno, donde cada uno de los componentes se vincula entre sí y las piezas del rompecabezas cuadran unas con otras. A partir de cinco estrategias articuladoras sobre los temas que él concibe clave para el desarrollo, presenta un panorama de oportunidades con vistas al futuro. Más que nada, lo que distingue al planteamiento de Calderón es su convicción de que el futuro se va a anclar en el presente (en vez de ignorar o pretender modificar lo que ya existe) y que es preciso trabajar con lo que hay, con el congreso y los partidos para poder avanzar hacia adelante. Entiende al mundo como un espacio que condiciona y limita las opciones para el país, pero también como una fuente de oportunidades que no se han explotado para ser exitosos.
Para López Obrador los Diálogos fueron una ocasión para presentar su estrategia para llegar a los Pinos. Aunque el texto y su entrevista incluyen numerosas menciones de lo que haría en sectores o ámbitos de la política pública, su énfasis en el texto y la entrevista es menos el de explicar en qué consistiría su gobierno que en ganar adeptos para su objetivo exclusivo: ganar las elecciones. Su propuesta se distingue de las otras en dos vertientes muy claras: por un lado, el tono militante de su proyecto y, por el otro, en los ejes que lo articulan. El tono de la propuesta es beligerante, crítico y directo: se definen responsables y se denuncian actores, se convoca a la participación activa y se ofrecen seguridades a diversos sectores e intereses clave del país. El eje articulador es el combate a la desigualdad social y la reorganización del gobierno para que atienda sus responsabilidades fundamentales. Por encima de todo, más que un programa de gobierno, se trata de una causa a la que se invita a la ciudadanía a sumarse a través de un conjunto de atractivos llamados.
Roberto Madrazo presenta un texto inconexo, en el cual, más allá de generalidades como “crear las condiciones para elevar en forma sostenida las tasas de crecimiento económico y un mecanismo de concertación efectivo para la generación de empleos”, no hay un eje articulador. Sin embargo, por encima de los descuidos y perceptibles diferencias de énfasis e, incluso, objetivos expresados a lo largo del texto y la entrevista, hay dos cosas que son distintivas de su enfoque. Primero, una acusada confianza en los instrumentos y medios que se pueden emplear para lograr los objetivos que plantea y, segundo, una visión de continuidad con lo existente. Es decir, Madrazo se postula como un presidente capaz de hacer posible el crecimiento económico y el desarrollo del país que tanto se prometió pero poco se logró en los últimos años. Notable en su propuesta es el tono relajado, confiado y enfático de su esquema.
Cuando un candidato diseña su estrategia, busca enfatizar sus fortalezas y minimizar sus debilidades. Esto es no sólo mercadotecnia política, sino parte integral de la naturaleza humana. Lo interesante del ejercicio realizado en estos Diálogos es que los candidatos tuvieron que atenerse a las reglas establecidas en la convocatoria y a las preguntas del cuestionario (que son las mismas para todos). Esto abre una oportunidad excepcional para analizar y comparar las posturas de cada uno de ellos, a la vez que otear las características más sobresalientes de su personalidad y modo de proceder. Al comparar los textos y entrevistas, resulta evidente quién es quién y qué quieren lograr. La oferta de López Obrador se reduce a una amplia explicación y manifiesto de por qué tiene que ser electo (para cambiar el pasado, reducir la desigualdad, etc.); la de Madrazo a mostrar que va a ser presidente (porque le toca y se lo merece); y la de Calderón a explicar para qué va a ser presidente (para construir el futuro y lograr el desarrollo).
Es su primer encuentro con Putin, Bush hizo el comentario de que, al verlo directo a los ojos “había visto su alma”. Estos cuestionarios no permiten ver tanto, pero son mucho más reveladores de nuestros candidatos de lo que uno podría imaginar.