América Economía – Luis Rubio
Lee Kuan Yew, el estadista de Singapur que transformó un puerto mugroso, saturado de corrupción y vicios, en una de las ciudades-Estado más modernas del mundo, lleva décadas observando y analizando con profundidad lo que ocurre en el mundo. Supuestamente retirado, es frecuente visitante de presidentes en Beijing, Washington, Davos y otras capitales donde su sabiduría es siempre apreciada y respetada. Recientemente, tres académicos lo entrevistaron y reunieron toda esa sapiencia en un pequeño volumen*.
.Aquí van algunas de sus valiosas observaciones sobre China:
«No es realista hacer extrapolaciones simples y directas de su extraordinario desempeño económico en las últimas décadas. China enfrenta más desventajas hacia adelante y muchos más obstáculos que vencer de lo que reconoce la mayor parte de los observadores»
¿Pretende China desplazar a Estados Unidos como la principal potencia del mundo? «Por supuesto. ¿Por qué no? Por medio de un milagro económico han transformado a una sociedad pobre y ahora la segunda economía del mundo… Han seguido el mapa estadounidense al enviar gente al espacio y tumbar satélites con misiles. La suya es una cultura de cuatro mil años con 1,3 billones de gente, mucha de ella de gran talento. ¿Cómo no habrían de aspirar a ser el número uno en Asia y, eventualmente, del mundo?»
«La preocupación de EE.UU. es qué clase de mundo enfrentarán cuando China pueda disputar su preeminencia… Muchas naciones medianas y pequeñas en Asia también están preocupadas. Les inquieta que China quiera recrear el estatus de imperio que tuvo en siglos previos y tienen miedo de ser tratados como vasallos, obligados a pagarle tributo a esa nación «.
«Los chinos han concluido que su mejor estrategia es construir un futuro fuerte y próspero, y emplear a su inmenso número de trabajadores, crecientemente calificados y educados, para construir más y vender más que todos los demás. Ellos evitarán cualquier acción que deteriore su relación con EE.UU. Retar a una potencia más fuerte y tecnológicamente superior como EE.UU. abortaría su proceso de ‘ascenso pacífico'».
«Los chinos han calculado que requieren 30 a 40, quizá 50, años de paz y tranquilidad para cerrar la brecha, consolidar su sistema, cambiar del comunismo a un sistema de mercado. Tienen que evitar los errores cometidos por Alemania y Japón. Su búsqueda de poder, influencia y recursos llevó a dos terribles guerras en el siglo pasado…»
«China inevitablemente alcanzará a EE.UU. en PIB absoluto. Pero su creatividad probablemente nunca empate la de los americanos porque su cultura no les permite un libre intercambio y competencia de ideas. ¿De qué otra forma explicar que un país con cuatro veces más población que EE.UU. -y, presumiblemente, cuatro veces más gente talentosa- no logra avances tecnológicos tan importantes?»
«China enfrenta problemas económicos enormes -una disparidad de ingresos entre las ciudades ricas de la costa y las provincias tierra adentro- y en las propias ciudades costeñas. Tienen que cuidar eso o acabará con un severo descontento y disturbios civiles. La tecnología va a hacer obsoleto su sistema de gobierno. Para 2030, 70% o tal vez el 75% de la población vivirá en ciudades. Tendrán teléfonos celulares, Internet, televisión satelital. Van a estar bien informados y se organizarán. No será posible gobernarlos en la forma en que ahora lo hacen, monitoreando y aplacando a unas cuantas personas, porque los números serán tan grandes».
«No es realista hacer extrapolaciones simples y directas de su extraordinario desempeño económico en las últimas décadas. China enfrenta más desventajas hacia adelante y muchos más obstáculos que vencer de lo que reconoce la mayor parte de los observadores. El principal de ellos es su problema de gobierno: la ausencia de Estado de derecho, que en la China de hoy se parece más a la imposición del emperador; un enorme país en el que pequeños emperadores ejercen excesivo poder; hábitos culturales que limitan la imaginación y la creatividad, premiando el conformismo; un idioma que obliga a pensar por medio de epigramas y cuatro mil años de textos que sugieren que todo lo que vale la pena ya ha sido dicho, y dicho mejor por autores de antes; un lenguaje que es extraordinariamente difícil de aprender para extranjeros y que impide que comprendan bien a China y sean abrazados por su sociedad; y severas restricciones en su habilidad de atraer y asimilar talento de otras sociedades del mundo».
«China no será una democracia liberal; si lo fuera, se colapsaría. De eso estoy muy seguro y laintelligentsia china también lo entiende. Si uno cree que va a haber una revolución por la democracia en China, uno está equivocado. ¿Dónde están los estudiantes de Tiananmen ahora? Son irrelevantes. La gente quiere una China revitalizada»
«Para lograr la modernización de China, sus líderes comunistas están preparados para probar todos y cualquier método, excepto la democracia de un hombre y un voto en un sistema de partidos múltiples. Sus dos principales razones son su creencia de que el Partido Comunista Chino debe preservar el monopolio del poder para mantener la estabilidad; y su profundo temor por la inestabilidad en un sistema de competencia entre muchos partidos, que llevaría a una pérdida de control del centro sobre las provincias, con horrendas consecuencias, como los señoríos de los veinte y treinta del siglo XX».
En este libro Lee dice mucho más, no todo encomiable, sobre los mexicanos, la democracia y la globalización. Hombre talentoso y sumamente inteligente, ha pensado mucho los temas clave para el futuro sobre los que es imperativo reflexionar.
*Allison, Blackwill and Wyne: Lee Kuan Yew: The Grand Master’s Insights on China, The United States and the World, MIT Press, Cambridge, 2013.